En la actualidad la experiencia de usuario (UX) se ha convertido en un diferenciador clave, la agilidad en los procesos de diseño es esencial para responder de manera efectiva a las necesidades cambiantes de los stakeholders. Los marcos de trabajo ágiles, como el Design Sprint, han demostrado ser herramientas poderosas para estructurar y acelerar la creación de soluciones innovadoras que mantengan un estándar. Sin embargo, para maximizar su efectividad, estos marcos deben ser flexibles y adaptarse a los desafíos específicos de cada proyecto, con un enfoque particular en las cambiantes necesidades de los usuarios.
Se sabe que el cómo interactuamos con el mundo, en especial a través de nuestras experiencias digitales, ha cambiado de forma drástica y se sigue ajustando a la nueva normalidad postpandemia.
En mi experiencia reciente con una compañía de retail de impacto en Latinoamérica, con el equipo CleverIT nos enfrentamos a la necesidad de iterar y modificar continuamente nuestro flujo de trabajo para satisfacer los requerimientos activos de las partes interesadas, requerimientos que responden a la dinámica industria del retail.
Nuestro enfoque tuvo que ir más allá de la simple aplicación de marcos predefinidos. Significó estar dispuestos a "romper" las reglas establecidas y moldear los procesos a las necesidades específicas del proyecto, manteniendo siempre en el centro a los usuarios.
En mi opinión, la clave en este proceso adaptativo es la habilidad de los miembros del equipo para adaptarse al cambio sin perder el enfoque. Para lograrlo, es fundamental crear espacios de iteración colaborativa donde todas y todos participen activamente. Es en estas instancias donde se genera la sinergia necesaria entre los equipos, facilitando una comunicación efectiva que nos permita llegar a acuerdos sólidos.
La flexibilidad en los procesos ágiles no debe interpretarse como una falta de rigor, sino como una adaptación consciente para asegurar que las soluciones diseñadas no solo cumplan con los objetivos del negocio, sino que también ofrezcan una experiencia de usuario óptima. En nuestro caso, esto implicó adaptar un framework estilo Design Sprint hacia un modelo que priorizara la recopilación temprana de feedback por parte de los stakeholders. De esta manera, contribuimos a desarrollar una solución más robusta que permitiera al negocio visualizar el resultado de manera más clara, facilitando así una mejor comprensión. Además, este enfoque nos permitió alinearnos de manera más efectiva con las necesidades emergentes del proyecto, que estaban impulsadas principalmente por las necesidades cambiantes de los usuarios.
Nunca debemos olvidar que todos estamos remando en la misma dirección, hacia un objetivo común.
Este es uno de los mayores desafíos al adaptar marcos de trabajo ágiles. A menudo, las presiones del tiempo y las necesidades del stakeholder pueden llevar a compromisos que afectan la calidad de la experiencia de usuario. Sin embargo, en un mercado competitivo, una mala experiencia puede tener consecuencias significativas para la marca y la lealtad del cliente.
En este sentido, es crucial que los equipos de diseño mantengan una comunicación constante y clara con los stakeholders, educándolos sobre la importancia de la experiencia de usuario y mostrando cómo una experiencia bien diseñada puede contribuir a los objetivos comerciales. Al mismo tiempo, los equipos deben ser capaces de iterar rápidamente, ajustando y perfeccionando las soluciones en tiempo real para responder a las necesidades de los usuarios.
La agilidad en los procesos de diseño de experiencia no es solo una ventaja competitiva, sino una necesidad en industrias tan pulsantes como el retail. En última instancia y a título personal, la verdadera agilidad en el diseño radica en la habilidad para equilibrar las demandas del negocio con las necesidades del usuario, asegurando que ambos sean atendidos de manera efectiva.